domingo, 31 de agosto de 2025

Tapachula, Chiapas: La Puerta Cálida al Sur de México



Si México fuera un libro, Tapachula sería uno de sus capítulos más inesperados y vibrantes. Ubicada en el extremo sur del estado de Chiapas, esta ciudad fronteriza con Guatemala no solo marca el límite geográfico del país, sino que abre las puertas a una experiencia multicultural, cálida y profundamente humana.



🧭 Bienvenidos a la Perla del Soconusco


Tapachula, también conocida como La Perla del Soconusco, es mucho más que un punto en el mapa. Es una ciudad que respira historia, comercio, migración y diversidad. Fundada en 1486 como enclave tributario de los aztecas, hoy se erige como un crisol de culturas, donde conviven mexicanos, guatemaltecos, hondureños, salvadoreños, haitianos, chinos, alemanes y muchos más.


Para los recién llegados a México, Tapachula representa una primera caricia del país: amable, cálida y profundamente humana. Aquí, la frontera no divide, sino que une.


👥 Gente de mil colores


Caminar por las calles del centro es como hojear un álbum de rostros e historias. Tapachultecos orgullosos, migrantes con sueños en la mochila, comerciantes que saludan con acento centroamericano, y niños que juegan entre idiomas y costumbres. La ciudad vibra con una energía humana que no se encuentra en ningún otro rincón del país.


La diversidad no es solo demográfica, es cultural. Las fiestas locales se mezclan con celebraciones guatemaltecas, los mercados ofrecen productos de toda Centroamérica, y los acentos se entrelazan en una sinfonía cotidiana.


🍽️ Gastronomía: un festín sin fronteras


Tapachula es un paraíso gastronómico. Desde el tradicional tamal de chipilín con camarón hasta el cochito horneado que se sirve en cada esquina, la cocina local es una mezcla de sabores chiapanecos, centroamericanos y asiáticos.


No puedes dejar de probar:


- Empanadas de plátano rellenas de frijol o queso.

- Pulunche de cacao, una bebida ancestral que reconforta el alma.

- Cueza y pacaya, ingredientes exóticos que sorprenden al paladar.

- Rambután y mango Ataulfo, frutos tropicales que adornan los puestos callejeros.

- Influencias chinas, japonesas y alemanas que se cuelan en platillos como el pescado en chumul o el chumpipe en mole.


Desde fondas familiares hasta restaurantes internacionales, Tapachula ofrece opciones para todos los gustos y bolsillos. Comer aquí es viajar sin moverse.


🛍️ Negocios, mercados y vida urbana


Tapachula es considerada la capital económica del Soconusco, y no es para menos. Su ubicación estratégica la convierte en un nodo comercial entre México y Centroamérica. El bullicio de sus mercados, la actividad constante en sus plazas, y la presencia de cadenas internacionales conviven con negocios locales que han resistido el paso del tiempo.


En el centro histórico, puedes encontrar:


- La Casa de la Cultura, ubicada en el antiguo palacio municipal.

- La iglesia de San Agustín, testigo silencioso de siglos de historia.

- Tiendas de ropa centroamericana, electrónica, artesanías y productos agrícolas.

- Cafeterías con café de altura, cultivado en las fincas cercanas al volcán Tacaná.


🌎 Tapachula y Centroamérica: un abrazo sin fronteras


La relación de Tapachula con Centroamérica es profunda y cotidiana. Más que una frontera, la ciudad es un puente cultural, económico y humano. Aquí se cruzan rutas migratorias, se intercambian productos, se mezclan lenguas y se construyen nuevas vidas.


Tapachula no es solo mexicana: es centroamericana, global, y profundamente solidaria. Su gente ha aprendido a recibir, a compartir y a convivir con quienes llegan buscando un nuevo comienzo.



✨ En resumen


Tapachula es una ciudad que no se parece a ninguna otra en México. Es tropical, fronteriza, diversa y llena de vida. Para quienes llegan por primera vez al país, representa una bienvenida cálida, sabrosa y profundamente humana.


Así que si estás pensando en explorar el sur de México, no lo dudes: Tapachula te espera con los brazos abiertos, un tamal de chipilín en la mano y una historia que apenas comienza.


sábado, 23 de agosto de 2025

De Holguín a México: mi primer día vendiendo micheladas en una feria



Mi primer día en una feria mexicana: entre micheladas y nuevos comienzos

Introducción: el viaje y la llegada

Llegar a México con mi familia fue como abrir la puerta a un mundo lleno de colores y ruidos nuevos. Veníamos de Cuba, con la maleta cargada de recuerdos, pero también con una ilusión enorme: empezar de cero. El viaje fue largo, en autobús, cruzando carreteras interminables y viendo cómo cambiaban los paisajes hasta llegar a nuestro destino.

Recuerdo la primera vez que bajamos del bus; lo primero que me golpeó fue el aire distinto, una mezcla de calor, olor a maíz tostado y esa sensación de que todo aquí se mueve más rápido. Nunca imaginé que uno de mis primeros trabajos sería en una feria, vendiendo micheladas y cervezas. Al principio sonaba raro, hasta gracioso, pero también me pareció una señal de que la vida en México iba a estar llena de sorpresas. Lo acepté con la idea de que cada experiencia, por pequeña que fuera, sería un paso hacia adelante.


Primer día en la feria

El primer día llegué con la camisa planchada, más por nervios que por necesidad, porque al final terminé empapado de sudor y de espuma de cerveza. La feria era un mundo aparte: música por todos lados, altavoces que no dejaban de anunciar rifas, niños corriendo con algodones de azúcar enormes, el olor a tacos al pastor mezclado con frituras y el sonido de los juegos mecánicos girando sin descanso.

Nuestro puesto era un toldito sencillo, con una hielera enorme llena de cervezas y todos los ingredientes para preparar micheladas: limón, sal, chile en polvo, salsas y hasta gomitas de colores. Yo no sabía que en México había tantas formas distintas de preparar una simple cerveza. Me tocó aprender rápido, porque los clientes no perdonan y cada uno tiene su manera de pedirla.

El primer cliente se me quedó mirando cuando escuchó mi acento. Sonrió y dijo:
—¿Eres cubano, verdad? Pues prepárame la michelada como la harías en La Habana.

Yo me reí y le respondí:
—Compadre, yo no soy de La Habana, soy de Holguín, y allá ni siquiera hacemos micheladas así. Pero vamos a ver qué tal me sale la mexicana.

Él soltó una carcajada, me dio unas instrucciones rápidas, y al final levantó el vaso y me dijo:
—¡Así está bien, hermano!

Fue un alivio tremendo.


Anécdotas y retos

Ese mismo día cometí mi primer error serio: confundí el chile en polvo con uno más picante y terminé preparando una michelada que casi incendia a un cliente. El pobre me miró con los ojos llorosos, pero en lugar de molestarse, soltó una carcajada y dijo: “¡Ahora sí me diste una cubetada de fuego!”. Yo no sabía si disculparme o reírme también. Al final, me enseñó cómo distinguir cada frasco y hasta me dejó propina.

También recuerdo a una señora mayor que se acercó con su hija. Compraron cervezas y me preguntaron de dónde era. Cuando les conté, se emocionaron y me dijeron que tenían familia en Cuba. Se quedaron un rato conversando, preguntando cómo era la vida allá, y me hicieron sentir que no estaba tan lejos de casa. Fue uno de esos gestos sencillos que dan ánimo cuando estás recién llegado.

El reto más grande fue aguantar el ritmo. La feria no se detiene: la música, los pedidos, el calor, la gente preguntando precios y yo tratando de atender sin que se notara el cansancio. Al final del día tenía las piernas molidas y la garganta seca de tanto hablar, pero también una sonrisa que no podía quitarme de la cara.


La mezcla de emociones

Ese primer día fue una montaña rusa de emociones. Por momentos me sentía perdido, tratando de recordar si el cliente quería el vaso escarchado con limón o con tamarindo. En otros instantes me invadía la alegría de escuchar a alguien decir “gracias, compa” con una naturalidad que me hacía sentir parte del lugar.

La ilusión de un nuevo comienzo siempre estaba ahí, empujando más fuerte que el cansancio. Y aunque la adaptación no es fácil —acostumbrarse a nuevos sabores, a nuevas palabras, a una forma de vida distinta—, me llenaba de orgullo mirar a mi familia a lo lejos, sonriendo mientras me esperaban en una de las bancas de la feria. Sentía que este trabajo, humilde pero honesto, era un punto de partida para todos nosotros.

La calidez de los mexicanos me sorprendió. No era solo que compraran las micheladas, sino que siempre había una sonrisa, un comentario amable o una broma que me hacía sentir menos extranjero. En Cuba decimos que la gente buena se reconoce de lejos, y aquí lo confirmé.


Reflexión final

Al terminar ese día, con las manos oliendo a limón y chile, me senté un rato a respirar. Miré a mi esposa y a mis hijos, que me esperaban con paciencia, y pensé que la vida nos había dado una nueva oportunidad. No era un gran puesto en una oficina, ni un trabajo con traje y corbata, pero sí era un comienzo lleno de dignidad y esperanza.

Entendí que vender micheladas y cervezas en una feria mexicana era mucho más que despachar bebidas. Era mi manera de abrir una puerta a este país, de decir “aquí estoy, quiero ser parte”. Era también un ejemplo para mis hijos, para que supieran que empezar de cero no es motivo de vergüenza, sino una prueba de valentía.

Ese primer paso en México me enseñó que no importa de dónde vengas, siempre hay alguien dispuesto a darte la mano y a sonreírte mientras aprendes el camino. Y aunque todavía nos quedaba mucho por recorrer, supe que habíamos llegado al lugar correcto. 

miércoles, 3 de octubre de 2018

Torre Manaca Iznaga, Trinidad.

Texto tomado del Periódico Escambray
Fotografías de Nadiezda Avila, Yurguen Valentin Abraham y Redel Pérez Pupo.

A casi dos siglos de su construcción, la Torre de Manaca Iznaga, símbolo monumental en el Valle de los Ingenios, de la villa cubana de Trinidad, continúa desafiando las embestidas del tiempo y del hombre.

jueves, 12 de octubre de 2017

Rio Jaguaní, Cuchillas del Toa. Parte II


El Rio Jaguaní es uno de los principales afluentes del Río Toa, ubicado en las orientales provincias de Guantánamo y Holguín, en el  Parque Nacional Alejandro de Humbolt. Tiene su nacimiento en el municipio holguinero de Moa, en las inmediaciones del Pico el Toldo, a 1170 metros sobre el nivel del mar, en el sistema montañoso Cuchillas de Moa. El río es muy visitado para realizar rafting por el grupo Mal Nombre, del Movimiento Cubano de Excursionismo.

martes, 7 de marzo de 2017

Río Jaguaní, Cuchillas del Toa. Parte I


Magnífico para excursionar, entrar en contacto con la naturaleza, acampar, bañarse en el río, escapar de la ciudad, el ruido y la rapidez a la que se vive hoy. También se puede realizar rafting, o sea, navegarlo en balsa, sobre sus rápidos intercalados por bellos remansos con increíbles piscinas naturales rodeadas de arena y vegetación.

lunes, 31 de octubre de 2016

La confluencia de los ríos Toa y Jaguaní


La confluencia del Toa y el Jaguaní es uno de los lugares naturales más impresionantes que tenemos en Cuba. Aislado de toda actividad humana, los ríos moldean su lecho cambiante según el humor que el clima les provoque, de la misma manera que un adolescente cambia de parecer, premiando al visitante con un espectáculo de agua y arena. 
Boca de Jaguaní 2016

lunes, 17 de octubre de 2016

Rio Toa, Baracoa II



Mingo no quiere salir de la vega, porque allí tiene sus cerdos y gallinas. Lleva toda la vida atendiendo animales y recolectando viandas del monte, simplemente no concibe hacer otra cosa, no conoce el ocio. Este nivel de actividad física que exige la vida en la montaña resulta beneficioso, aunque a sus 75 años ya tenga otros riesgos de salud, que no tuviera de joven y son el desvelo de su familia, que entienden por éxito la reciente mudanza para acercarse al naranjo, donde viven su hijo Noelvis y familia.

martes, 11 de octubre de 2016

Rio Toa, Baracoa I



Como todos los años, Manibón realiza una excursión durante el verano. Generalmente se traza una ruta previa y se establecen los lugares que se desean visitar, en el caso de este año se escogió visitar la Melba y el Río Jaguaní, uno de los principales afluentes del Toa, así como otros lugares interesantes cercanos, como por ejemplo, el Alto de Iberia y sus famosas Lagunas. Para cumplir con nuestro objetivo visitamos el Río Toa, el más caudaloso, que más lluvias recibe y el de mejor grado de conservación de Cuba.